miércoles, 7 de agosto de 2013

Masturbación Infantil

                                      

La masturbación es una forma de autoerotismo, a través de la cual se obtiene placer sexual mediante la manipulación directa de los genitales, sea frotándolos o rozándolos con otra superficie como almohadas, la cama, el agua de la ducha, etc. La autoexploración es una experiencia fundamental para una sexualidad saludable.

La actitud de los padres en estas situaciones debe ser la más relajada y natural posible. Nada de castigos ni regañinas. Si algún padre castiga o regaña a su hijo por masturbarse estará vinculando la sexualidad de su hijo a algo malo, a algo prohibido y algo feo. El niño se sentirá culpable por practicar este hábito.
La mejor forma de intervenir, más que nada para que el niño no se haga daño y no exponga su placer íntimo a los demás, es tratar de explicarle con un lenguaje claro, que ese placer es parte de su propia intimidad y que entonces debería hacerlo en un lugar seguro, privado, con las manos limpias, en un sitio limpio, y no en publico ni delante de los demás.

Los niños se masturban desde los 18 meses de edad

La masturbación es muy común entre los niños. Los niños, a menudo, comienzan a masturbarse a los 18 meses de edad. Esta práctica se estabiliza cuando los niños llegan a los 3 o 5 años y luego disminuye en frecuencia hasta la pubertad. Los niños se masturban por placer, para tranquilizarse o simplemente para explorarse. Se masturban como parte de la curiosidad natural que sienten por su cuerpo. Para reducir la masturbación en lugares públicos, hay que educar al niño explicándole que "está bien que hagas eso en tu cuarto o en el baño, pero no en lugares donde haya personas no conocidas".
Trata de distraerlo sugiriéndole y llamando su atención para que haga otra cosa. Si tu hijo se masturba en la escuela, ponte de acuerdo con la educadora. Es necesario compartir acciones con la educadora para tratar la conducta. Es poco común y muy raro que los hábitos de masturbación de los niños puedan indicar problemas. En todo caso es necesario buscar ayuda de un pediatra ó Psicologo Infantil, si la conducta de tu hijo está interfiriendo en las interacciones sociales, si el niño continúa y encima disfruta llamando la atención masturbándose en público, si los padres piensan que el niño tenga alguna infección o irritación en los órganos genitales, o si la masturbación es constante.

RECUERDA
• La masturbación infantil no es sucia.
• La masturbación infantil es común y natural.
• La masturbación infantil es parte del desarrollo normal del niño.


¿QUÉ ES NORMAL?
• Que las niñas y los niños se toquen sus genitales.
• Que las niñas y los niños tengan curiosidad por verse sus genitales.
• Algunos niños tienen más curiosidad que otros por ver los genitales ajenos.


¿QUÉ DEBES HACER?
• Mantén la calma.
• No regañes al niño o la niña.
• Comparte con ellos información sobre sexo desde temprano.
• Diles que lo que están haciendo es normal.
• Explícales que la masturbación es una actividad para hacerla en privado


.No te espantes si ves que tu niño o niña se masturba. Ésto sólo quiere decir que está desarrollándose normalmente. Además, recuerda que tú también fuiste niña (o niño) y también lo hiciste.                                      
                                       

Sexualidad Infantil


Evolucion de la curiosidad sexual infantil   


La sexualidad es el reconocimiento de nuestro ser y nuestro cuerpo; permite saber a qué sexo pertenecemos e influye en el papel de cada persona en su familia y en la sociedad.
Las personas somos producto de todo lo que nos rodea, nos vamos formando como hombres y mujeres desde que nacemos; las características físicas, biológicas, sociales, culturales, emocionales y psicológicas, hacen del individuo un ser sexual.
Los padres y la sociedad nos encargamos de asignar el papel que ha de desempeñar cada uno dependiendo del sexo, desde que los hijos son pequeños los vestimos, les mostramos cómo hablar, cómo comportarse, a qué jugar, etcétera dependiendo si es varón o mujer, preparándolos así para la vida en sociedad.
Es muy importante que se refuerce la identidad del niño o niña y se le respete tal como es. Cada uno muestra a los demás su forma de ser y el que un niño quiera jugar con muñecas o la niña elija un coche no significa que deje de ser “él” o “ella”. No se puede pensar en sexualidad si no se consideran todas las características de la persona.

Las manifestaciones de la sexualidad en los primeros años
Cuando los niños tienen tan sólo algunos meses de edad aprenden de su sexualidad descubriendo sus cuerpos y las sensaciones que pueden experimentar con la vista, el olfato, el oído, el tacto y el gusto. Sus sentidos ayudan al niño a conocerse y a relacionarse con personas y objetos, la combinación de los sentidos permiten al bebé conocer y experimentar diferentes sensaciones que pueden provocarle placer o disgusto.
La pregunta más frecuente y natural en cuanto nace un bebé es: ¿qué fue, niña o niño? Esta pregunta se debe a la curiosidad natural, y para saber de qué forma se va a tratar al recién nacido. Para los padres inicia un proceso largo de educaciónpara fortalecer la identificación del niño o niña como hombre o mujer.
Conocer su cuerpo, explorarlo, vestirse de una forma determinada, comportarse de cierta manera, cortarse el pelo, portar aretes, son cosas que los niños incorporan a su persona para desarrollar su sexualidad aunque ellos no lo sepan.
Los pequeños no identifican “lo bueno” o “lo malo” de pertenecer a un sexo, y no entienden por qué se les asigna un determinado papel: niño o niña; para ellos lo único importante es sentirse queridos, apoyados y respetados
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Las diferencias entre niños y niñas
Alrededor del primero, segundo y tercer año, el niño va perfeccionando su lenguaje y empieza a darse cuenta de que pertenece a un sexo, reconoce que es niño o niña, y mira las diferencias entre hombres y mujeres.
Física y biológicamente los niños y las niñas se diferencian porque los primeros tienen pene y ellas vagina, eso les da su carácter de hombre o mujer.
En el aspecto cultural, las diferencias las marca la sociedad al señalar reglas de conducta para uno u otro sexo. Así, la gente cree que los niños “deben ser” más bruscos, jugar con pelotas, coches y todo aquello que identifica al hombre; no debe llorar, tiene que proteger a la niña, realizar trabajos pesados, tener más libertad. En cambio, se piensa que para las niñas son las muñecas, los vestidos, la cocina, el quehacer del hogar, la delicadeza, llorar, ser poco competitiva y sociable, entre otras cosas. Estas características en ocasiones confunden a los niños, por eso conviene pensar si es correcto inculcarles estos roles y por qué
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Por qué los niños exploran su cuerpo
Cuando tienen entre 2 y 4 años, los niños sienten gran curiosidad por conocer la forma de sus cuerpos, a esta edad es normal y natural que el niño toque y explore su cuerpo porque le es placentero y además se está conociendo. Para ellos su cuerpo y lo que pueden sentir a través de él es tan importante como todo lo que empiezan a conocer.
Por naturaleza, niños y niñas exploran su cuerpo, se dan cuenta cómo son, qué tienen, cómo funciona y qué similitudes y diferencias hay entre ellos.
Para los pequeños explorar su cuerpo es una necesidad, incluso antes del año pueden acariciarse a propósito y más adelante muestran su cuerpo a los demás sin vergüenza, ya que se sienten orgullosos de lo que tienen.
Cuando el niño, ya mayor, se toca en público, debe indicársele que existen reglas, no debe prohibírsele, sino hacerle ver en qué momento puede o no hacerlo; también es muy importante que se le diga que sólo él o ella pueden tocarse, nadie más, así aprenderán a respetarse y protegerse, y se darán cuenta que su cuerpo, al igual que su persona, son valiosos y únicos.
Cuando comienza a hablar es necesario enseñarle el nombre correcto de las partes del cuerpo, incluyendo las sexuales, de no ser así el niño pensará que son prohibidas.

lunes, 8 de julio de 2013

Flujo en la Niñas

Vulvovaginitis en las niñas

La secreción vaginal en las niñas, fuera del periodo neonatal o puberal, es anormal, pudiendo indicar la presencia de una vulvovaginitis. La vulvovaginitis es la infección de los órganos genitales externos y de la vagina. Se manifiesta por picor, escozor o enrojecimiento de la zona.
Los casos leves son muy frecuentes en las niñas, de hecho constituye e 25% de las consultas en Ginecología Pediátrica. Este tipo de infección tiene una incidencia máxima entre los tres y los seis años debido a las características anatómico-fisiológicas de estas edades.
Como la composición del nombre indica, se produce una combinación de vaginitis (una inflamación de la mucosa de la vagina) y vulvitis (una inflamación de la vulva, los órganos genitales femeninos externos).

Síntomas de la vulvovaginitis en niñas

En estas condiciones, los tejidos se inflaman y se produce una secreción vaginal, que como hemos dicho es anormal en niñas. Debemos diferenciar las secreciones anormales en niñas de otras habituales, que no son indicativas de vulvovaginitis: las recién nacidas pueden tener una secreción vaginal debido a los estrógenos que proceden de la madre antes de nacer. En general, desaparece en el transcurso de dos semanas.
Una secreción vaginal anormal es la que se produce en grandes cantidades, desprende un olor fuerte o está acompañada de picores, molestias o dolor vaginal. La vulva puede notarse irritada, con un picor ligero o quemazón más intenso. La piel se torna rojiza y es áspera al tacto.
A menudo la secreción anormal es más espesa que la normal y el color y consistencia es variable, según el agente que provoque la infección (consistencia similar al requesón, de color amarillento, blanco turbio, grisáceo, verdoso o manchada de sangre…).
Una infección bacteriana de la vagina tiende a producir una secreción turbia blanca, gris o amarillenta con olor hediondo o similar al pescado.
wc niña

Causas de la vulvovagiitis en niñas y cómo prevenir

Las causas más frecuentes incluyen infecciones, sustancias u objetos irritantes (jabones…), tumores u otro tejido anormal, radioterapia, fármacos y cambios hormonales (tras la menopausia). Además, las heces pueden pasar desde el intestino hasta la vagina por un trayecto anormal (fístula) y provocar una vaginitis.
Lo habitual es que la infección surja debido a una deficiente higiene íntima de las pequeñas cuando dejan el pañal y empiezan a tener cierta autonomía a la hora de ir al baño. Y es que la higiene personal insuficiente puede favorecer el crecimiento de bacterias y hongos así como causar irritación. De ahí la importancia de enseñar a las niñas a limpiarse de delante hacia atrás, en sentido vulva-ano.
Cuando la niña se limpia de atrás hacia adelante cada vez que va al baño, puede producirse una proliferación de un tipo de bacterias que se encuentra en las heces y que pueden llegar a la zona vaginal. Una vez las niñas llegan a la pubertad, la vagina se hace más ácida y esta condición reduce el riesgo de infecciones.
Como hemos señalado, la incidencia máxima se da entre niñas de tres a seis años, debido a ciertas características anatómicas que predisponen a padecer vulvovaginitis:
  • Proximidad anal.
  • Labios menores y mayores poco desarrollados.
  • Himen delgado.
  • Mucosa vulvo-vaginal frágil y sin defensas por falta de estrogenización…
La correcta higiene después de defecar y durante el baño, así como el cambio habitual de la ropa interior son medidas adecuadas para prevenir la vulvovaginitis en niñas.
La exploración clínica determinará que tipo de trastorno es el que tiene la niña y el tratamiento adecuado. El eritema resultante, que afecta a la vulva y a la región anal, podría remitir espontáneamente, o bastarían medidas higiénicas para aliviar al proceso en muchos casos.
Finalizamos recordando que las niñas pequeñas no deberían tener secreciones vaginales como las descritas, por lo que ante los síntomas hemos de acudir al especialista. El pediatra es el que hará el diagnóstico correcto la vulvovaginitis en niñas y prescribirá en caso necesario el tratamiento adecuado.

jueves, 6 de junio de 2013

Acidosis Tubular Renal




La Acidosis Tubular Renal Infantil (A.T.R.)

 Es un trastorno que aqueja a una pequeña población y que en la actualidad se ha hecho más evidente. Es un defecto en el manejo tubular del bicarbonato La principal terapéutica de esta enfermedad es la dietética; el tratamiento consiste en suministrar grandes volúmenes de agua y suplemento dietético de bicarbonato, potasio, fosfato, calcio y vitamina D. En la lesión distal, éste origina osteomalacia grave, cálculos renales y con frecuencia nefrocalcinósis y se trata con cantidades pequeñas de bicarbonato que resuelve por completo las manifestaciones de la enfermedad.


El tratamiento nutricional consiste en suministrar alimentos como las frutas, vegetales y verduras porque éstos disminuyen la acidosis. También puede consumir en su alimentación; leche y productos lácteos, pollo, pescado, aguacate, coco, maíz, vegetales frescos, frutas secas como almendra, nueces, etc. Es importante disminuir el consumo de proteína animal proveniente de la carne de res, cerdo y alimentos procesados, así como también frijoles y leguminosas en general, cereales, productos a base de harina de trigo, ciruelas, cerezas y la vitamina C durante algunas semanas.

Existe una creencia de que las frutas cítricas aumentan la acidez, la verdad es que el ácido cítrico que contienen las frutas aumentan la alcalinidad, debido a que éstas se utilizan en el organismo y producen ceniza alcalina o básica, lo que depende de su alto contenido de potasio, calcio y magnesio. En esta forma, una dieta en que abunden verduras y frutas que contengan ácidos orgánicos, cítrico y oxálico, formará bicarbonato y en consecuencia disminuirá la acidez de la orina.. La mayoría de los pacientes con A.T.R. muestran normalización de la velocidad de crecimiento cuando se corrige la acidosis pero solo un porcentaje mínimo logra el crecimiento de recuperación.

jueves, 25 de abril de 2013

Visita al Pediatra

Como preparar a su hijo para las visitas al médico 


 Miedo de los niños al pediatra

Cuando los niños saben que van a "ir al médico" o al pediatra, muchos se preocupan y sienten aprensión ante la visita. Independientemente de que vayan a ver a su pediatra de atención primaria o a un especialista y de que se trate de una visita de rutina o de una visita por una enfermedad , los niños tienden a tener miedo y algunos hasta pueden sentirse culpables.
Algunos temores y sentimientos de culpa son fáciles que se pongan de manifiesto y que los niños hablen abiertamente sobre ellos, pero hay otros miedos que se guardan en secreto y sobre los que no se habla. Usted puede ayudar a su hijo a expresar esos miedos y a superarlos.

Miedos y preocupaciones más habituales sobre las visitas médicas

Entre los elementos que suelen ocupar los primeros puestos en las listas de miedos y preocupaciones que acompañan al hecho de ir al pediatra, se incluyen los siguientes:
  • La separación: A menudo los niños temen que sus padres los dejen solos en el consultorio y los esperen en otra sala de la consulta. El miedo a separarse de los padres durante una misteriosa exploración médica es muy frecuente en niños de menos de siete años y hasta 12 o 13 años.
  • El dolor.: A un niño le puede preocupar el dolor asociado a ciertas partes de la exploración médica o a algún procedimiento médico. Los niños sienten una aprensión especial a que puedan necesitar que les pongan una inyección, sobre todo cuando tienen entre seis y 12 años.
  • El pediatra: Algunos de los temores del niño pueden estar relacionados con la actitud y forma de proceder del pediatra. Un niño puede malinterpretar cualidades como la rapidez, la eficiencia y la actitud distanciada del profesional médico
  • Lo desconocido: El miedo ante lo desconocido hace que a los niños también les preocupe la posibilidad de que sus problemas médicos sean mucho peores de lo que les explican sus padres. Algunos niños que padecen problemas sin importancia pueden temer que los tengan que operar u hospitalizar y otros temen poderse morir por el mero hecho de estar enfermos.
Además, los niños a menudo tienen sentimientos de culpa: creen que la enfermedad o afección que padecen es un castigo por algo que han hecho mal o que han dejado de hacer. Los niños que se sienten culpables también pueden creer que las pruebas y procedimientos médicos forman parte de ese castigo.

Cómo ayudar

Puede ayudar a su hijo estimulándolo a expresar sus miedos y refiriéndose a ellos con un lenguaje que él entienda bien y que sea difícil de malinterpretar. A continuación figuran algunas recomendaciones prácticas para conseguirlo.

Explíquele la finalidad de la visita

Si la próxima visita de su hijo va a ser una revisión de rutina, dígale: "se trata de un simple chequeo. El pediatra se limitará a comprobar cómo estás creciendo y desarrollándote, al tiempo que te hace preguntas y te revisa para estar seguro de que tu cuerpo está sano. Y tú podrás hacerle todas las preguntas que quieras sobre tu cuerpo y tu salud".
Si su hijo tiene que ir al pediatra para que le diagnostiquen y/o traten una enfermedad u otra afección, explíquele, sin utilizar palabras que podrían asustarlo que "el pediatra necesita revisarte para averiguar cómo solucionar tu problema de salud y ayudarte a mejorarte".
Es una buena idea preparar al niño con cierto tiempo de anticipación para que la visita médica no le tome desprevenido. Cuando explique a su hijo la finalidad de la visita, el hecho de hablarle sobre el pediatra en términos positivos también puede favorecer que se cree una buena relación entre ambos.

Aborde cualquier sentimiento de culpa que pueda tener su hijo

Si su hijo tiene que ir al pediatra debido a una enfermedad u otra afección médica, es posible que tenga sentimientos de culpa no expresados al respecto. Háblele sobre la enfermedad o afección utilizando un lenguaje neutro y asegúrele que no es por su culpa: "Esto no es la consecuencia de algo que has hecho o que te has olvidado de hacer. Hay muchos niños que padecen enfermedades similares a la tuya. ¡Tenemos mucha suerte de contar con médicos que pueden averiguar lo que te ocurre y ayudarte a ponerte bien!"
Si usted, su cónyuge, otro familiar o algún amigo ha tenido (o tiene) la misma afección que su hijo, comparta con éste último esa información. El hecho de saber que usted y/o otras personas conocidas han pasado por lo mismo que él le ayudará a atenuar los sentimientos de culpa y los miedos que pueda tener.
Si su hijo padece una afección que genera rechazo o puede ser motivo de burla por parte de otros niños (o incluso por parte de algunos adultos), usted deberá multiplicar sus esfuerzos para atenuar sus sentimientos de vergüenza y de culpa. El hecho de tener piojos, tener que rascarse las partes íntimas a consecuencia de las lombrices intestinales, mojar la cama u orinar de forma involuntaria durante el día son ejemplos de afecciones que suelen ser malinterpretadas por los demás.
Incluso aunque usted haya apoyado mucho a su hijo, deberá volver a tranquilizarlo antes de llevarlo al pediatra diciéndole que su afección no es culpa suya y que la padecen muchos niños.
Por descontado, si su hijo ha sufrido una lesión por haber desobedecido normas básicas de seguridad, es una buena idea señalar (con la mayor naturalidad posible) la relación de causa-efecto existente entre su comportamiento y la lesión. De todos modos, incluso en este caso, deberá intentar aliviar su sentimiento de culpa. Puede decirle algo similar a: "Probablemente no entendiste el peligro que implicaba ese comportamiento, pero estoy seguro de que ahora lo entiendes y sé que a partir de este momento no lo volverás a hacer".
Si su hijo desobedece repetidamente las normas y se hace daño a menudo, hable con su pediatra. Un patrón de comportamiento tan preocupante debería estudiarse en mayor profundidad.
En cualquier caso, asegúrese de explicarle a su hijo, sobre todo si todavía es muy pequeño, que ir al médico no es ningún castigo. Asegúrese de que su hijo sepa que los adultos van al médico igual que los niños y que la función de los médicos consiste en ayudar a la gente a estar sana y a resolver sus problemas de salud.

Explique a su hijo lo que puede esperar durante una visita médica de rutina

Los niños aprenden mejor durante el juego, ya que éste es un momento en que se sienten libre y cómodos para formular preguntas sobre los miedos que tienen. Puede utilizar un muñeco o un peluche para enseñarle a su hijo cómo lo pesará y le medirá la estatura el personal de enfermería en la consulta o para mostrarle algunas partes de la revisación médica.
Se le pueden ofrecer a su hijo oportunidades de juego experimental en consultas médicas u hospitales simulados, sea en casa, en su clase del colegio o en algunos museos para niños.
También es muy útil utilizar la representación de roles para enseñar a su hijo cómo el pediatra realizara el examen fisico:
  • Utilizará un manguito para apretarle el brazo y medirle la tensión arterial                       
  • Le mirará dentro de la boca (y deberá colocarle la lengua hacia abajo utilizando un bastoncito especial durante unos segundos para verle bien la garganta)
  •  Le dará golpecitos en las rodillas 
                                                          
  • Le mirará dentro de los ojos y de las orejas 
  • Le auscultará el pecho y la espalda con un estetoscopio 
  • Le palpará, dará golpecitos o presionará la panza para sentir y/o escuchar sus órganos internos
  • Le inspeccionará brevemente las "partes íntimas"para comprobar que esten sana                                                                                                                       
  • Le observará los pie
             
Es importante que le explique a su hijo que lo que le han enseñado sobre el carácter íntimo de su cuerpo sigue siendo verdad, pero que los médicos, el personal de enfermería y los padres a veces deberán examinarle todas las partes del cuerpo. De todos modos, insista en que estas personas constituyen las únicas excepciones. Y asegúrele que usted estará a su lado en la sala de exploración durante toda la visita.

Implique a su hijo en el proceso

  • En la recopilación de información para el pediatra. Si la situación no es una emergencia, deje que su hijo contribuya en la elaboración de la lista de síntomas que llevarán a la consulta con el pediatra. Incluyan todos los síntomas que hayan observado, por poco relacionados que parezcan estar con el motivo de consulta. Asimismo, antes de la visita, prepare un listado de las enfermedades y afecciones médicas que ha tenido su hijo, así como otro de las enfermedades y afecciones médicas de sus parientes más cercanos (padres, hermanos, abuelos y tíos).
  • En el proceso de anotar todas las preguntas que tengan. Pida a su hijo que piense en las preguntas que le gustaría formular al pediatra. Anótelas y entrégueselas al pediatra. O, si su hijo es lo bastante mayor, sugiérale que las escriba y se las formule él directamente. Si el problema ya había ocurrido antes, anote los tratamientos que han funcionado y los que no han funcionado en ocasiones previas. El hecho de que usted adopte un papel activo en el cuidado de la salud de su hijo le ayudará a sentirse más tranquilo y, además, así podrá aprender de su ejemplo.

Durante la exploración física, el médico inspeccionará, golpeará suavemente y palpará varias partes del cuerpo de su hijo. Algunos de estos procedimientos pueden resultar incómodos (o incluso físicamente molestos o dolorosos) para un niño. Una buena relación entre médico y paciente puede atenuar de forma considerable estas sensaciones.
Si la enfermedad o afección médica de su hijo requiere consultar a un especialista, pida al pediatra del niño que le recomiende un profesional que esté bien preparado, tenga experiencia en el tema y sea amable.
Al fin y al cabo, los adultos también buscamos estas características en nuestros médicos, de modo que usted, en calidad de padre, debe actuar como el defensor de su hijo, procurándole el tipo de asistencia médica que usted desea recibir