jueves, 25 de abril de 2013

Visita al Pediatra

Como preparar a su hijo para las visitas al médico 


 Miedo de los niños al pediatra

Cuando los niños saben que van a "ir al médico" o al pediatra, muchos se preocupan y sienten aprensión ante la visita. Independientemente de que vayan a ver a su pediatra de atención primaria o a un especialista y de que se trate de una visita de rutina o de una visita por una enfermedad , los niños tienden a tener miedo y algunos hasta pueden sentirse culpables.
Algunos temores y sentimientos de culpa son fáciles que se pongan de manifiesto y que los niños hablen abiertamente sobre ellos, pero hay otros miedos que se guardan en secreto y sobre los que no se habla. Usted puede ayudar a su hijo a expresar esos miedos y a superarlos.

Miedos y preocupaciones más habituales sobre las visitas médicas

Entre los elementos que suelen ocupar los primeros puestos en las listas de miedos y preocupaciones que acompañan al hecho de ir al pediatra, se incluyen los siguientes:
  • La separación: A menudo los niños temen que sus padres los dejen solos en el consultorio y los esperen en otra sala de la consulta. El miedo a separarse de los padres durante una misteriosa exploración médica es muy frecuente en niños de menos de siete años y hasta 12 o 13 años.
  • El dolor.: A un niño le puede preocupar el dolor asociado a ciertas partes de la exploración médica o a algún procedimiento médico. Los niños sienten una aprensión especial a que puedan necesitar que les pongan una inyección, sobre todo cuando tienen entre seis y 12 años.
  • El pediatra: Algunos de los temores del niño pueden estar relacionados con la actitud y forma de proceder del pediatra. Un niño puede malinterpretar cualidades como la rapidez, la eficiencia y la actitud distanciada del profesional médico
  • Lo desconocido: El miedo ante lo desconocido hace que a los niños también les preocupe la posibilidad de que sus problemas médicos sean mucho peores de lo que les explican sus padres. Algunos niños que padecen problemas sin importancia pueden temer que los tengan que operar u hospitalizar y otros temen poderse morir por el mero hecho de estar enfermos.
Además, los niños a menudo tienen sentimientos de culpa: creen que la enfermedad o afección que padecen es un castigo por algo que han hecho mal o que han dejado de hacer. Los niños que se sienten culpables también pueden creer que las pruebas y procedimientos médicos forman parte de ese castigo.

Cómo ayudar

Puede ayudar a su hijo estimulándolo a expresar sus miedos y refiriéndose a ellos con un lenguaje que él entienda bien y que sea difícil de malinterpretar. A continuación figuran algunas recomendaciones prácticas para conseguirlo.

Explíquele la finalidad de la visita

Si la próxima visita de su hijo va a ser una revisión de rutina, dígale: "se trata de un simple chequeo. El pediatra se limitará a comprobar cómo estás creciendo y desarrollándote, al tiempo que te hace preguntas y te revisa para estar seguro de que tu cuerpo está sano. Y tú podrás hacerle todas las preguntas que quieras sobre tu cuerpo y tu salud".
Si su hijo tiene que ir al pediatra para que le diagnostiquen y/o traten una enfermedad u otra afección, explíquele, sin utilizar palabras que podrían asustarlo que "el pediatra necesita revisarte para averiguar cómo solucionar tu problema de salud y ayudarte a mejorarte".
Es una buena idea preparar al niño con cierto tiempo de anticipación para que la visita médica no le tome desprevenido. Cuando explique a su hijo la finalidad de la visita, el hecho de hablarle sobre el pediatra en términos positivos también puede favorecer que se cree una buena relación entre ambos.

Aborde cualquier sentimiento de culpa que pueda tener su hijo

Si su hijo tiene que ir al pediatra debido a una enfermedad u otra afección médica, es posible que tenga sentimientos de culpa no expresados al respecto. Háblele sobre la enfermedad o afección utilizando un lenguaje neutro y asegúrele que no es por su culpa: "Esto no es la consecuencia de algo que has hecho o que te has olvidado de hacer. Hay muchos niños que padecen enfermedades similares a la tuya. ¡Tenemos mucha suerte de contar con médicos que pueden averiguar lo que te ocurre y ayudarte a ponerte bien!"
Si usted, su cónyuge, otro familiar o algún amigo ha tenido (o tiene) la misma afección que su hijo, comparta con éste último esa información. El hecho de saber que usted y/o otras personas conocidas han pasado por lo mismo que él le ayudará a atenuar los sentimientos de culpa y los miedos que pueda tener.
Si su hijo padece una afección que genera rechazo o puede ser motivo de burla por parte de otros niños (o incluso por parte de algunos adultos), usted deberá multiplicar sus esfuerzos para atenuar sus sentimientos de vergüenza y de culpa. El hecho de tener piojos, tener que rascarse las partes íntimas a consecuencia de las lombrices intestinales, mojar la cama u orinar de forma involuntaria durante el día son ejemplos de afecciones que suelen ser malinterpretadas por los demás.
Incluso aunque usted haya apoyado mucho a su hijo, deberá volver a tranquilizarlo antes de llevarlo al pediatra diciéndole que su afección no es culpa suya y que la padecen muchos niños.
Por descontado, si su hijo ha sufrido una lesión por haber desobedecido normas básicas de seguridad, es una buena idea señalar (con la mayor naturalidad posible) la relación de causa-efecto existente entre su comportamiento y la lesión. De todos modos, incluso en este caso, deberá intentar aliviar su sentimiento de culpa. Puede decirle algo similar a: "Probablemente no entendiste el peligro que implicaba ese comportamiento, pero estoy seguro de que ahora lo entiendes y sé que a partir de este momento no lo volverás a hacer".
Si su hijo desobedece repetidamente las normas y se hace daño a menudo, hable con su pediatra. Un patrón de comportamiento tan preocupante debería estudiarse en mayor profundidad.
En cualquier caso, asegúrese de explicarle a su hijo, sobre todo si todavía es muy pequeño, que ir al médico no es ningún castigo. Asegúrese de que su hijo sepa que los adultos van al médico igual que los niños y que la función de los médicos consiste en ayudar a la gente a estar sana y a resolver sus problemas de salud.

Explique a su hijo lo que puede esperar durante una visita médica de rutina

Los niños aprenden mejor durante el juego, ya que éste es un momento en que se sienten libre y cómodos para formular preguntas sobre los miedos que tienen. Puede utilizar un muñeco o un peluche para enseñarle a su hijo cómo lo pesará y le medirá la estatura el personal de enfermería en la consulta o para mostrarle algunas partes de la revisación médica.
Se le pueden ofrecer a su hijo oportunidades de juego experimental en consultas médicas u hospitales simulados, sea en casa, en su clase del colegio o en algunos museos para niños.
También es muy útil utilizar la representación de roles para enseñar a su hijo cómo el pediatra realizara el examen fisico:
  • Utilizará un manguito para apretarle el brazo y medirle la tensión arterial                       
  • Le mirará dentro de la boca (y deberá colocarle la lengua hacia abajo utilizando un bastoncito especial durante unos segundos para verle bien la garganta)
  •  Le dará golpecitos en las rodillas 
                                                          
  • Le mirará dentro de los ojos y de las orejas 
  • Le auscultará el pecho y la espalda con un estetoscopio 
  • Le palpará, dará golpecitos o presionará la panza para sentir y/o escuchar sus órganos internos
  • Le inspeccionará brevemente las "partes íntimas"para comprobar que esten sana                                                                                                                       
  • Le observará los pie
             
Es importante que le explique a su hijo que lo que le han enseñado sobre el carácter íntimo de su cuerpo sigue siendo verdad, pero que los médicos, el personal de enfermería y los padres a veces deberán examinarle todas las partes del cuerpo. De todos modos, insista en que estas personas constituyen las únicas excepciones. Y asegúrele que usted estará a su lado en la sala de exploración durante toda la visita.

Implique a su hijo en el proceso

  • En la recopilación de información para el pediatra. Si la situación no es una emergencia, deje que su hijo contribuya en la elaboración de la lista de síntomas que llevarán a la consulta con el pediatra. Incluyan todos los síntomas que hayan observado, por poco relacionados que parezcan estar con el motivo de consulta. Asimismo, antes de la visita, prepare un listado de las enfermedades y afecciones médicas que ha tenido su hijo, así como otro de las enfermedades y afecciones médicas de sus parientes más cercanos (padres, hermanos, abuelos y tíos).
  • En el proceso de anotar todas las preguntas que tengan. Pida a su hijo que piense en las preguntas que le gustaría formular al pediatra. Anótelas y entrégueselas al pediatra. O, si su hijo es lo bastante mayor, sugiérale que las escriba y se las formule él directamente. Si el problema ya había ocurrido antes, anote los tratamientos que han funcionado y los que no han funcionado en ocasiones previas. El hecho de que usted adopte un papel activo en el cuidado de la salud de su hijo le ayudará a sentirse más tranquilo y, además, así podrá aprender de su ejemplo.

Durante la exploración física, el médico inspeccionará, golpeará suavemente y palpará varias partes del cuerpo de su hijo. Algunos de estos procedimientos pueden resultar incómodos (o incluso físicamente molestos o dolorosos) para un niño. Una buena relación entre médico y paciente puede atenuar de forma considerable estas sensaciones.
Si la enfermedad o afección médica de su hijo requiere consultar a un especialista, pida al pediatra del niño que le recomiende un profesional que esté bien preparado, tenga experiencia en el tema y sea amable.
Al fin y al cabo, los adultos también buscamos estas características en nuestros médicos, de modo que usted, en calidad de padre, debe actuar como el defensor de su hijo, procurándole el tipo de asistencia médica que usted desea recibir

miércoles, 24 de abril de 2013

Buenos Modales en la Mesa

                                                            


 
Ver a un niño muy pequeño, comportarse de mala manera, no es del gusto de nadie. Si es que se educa a los hijos como es debido, ¿Por qué olvidarse de las buenas maneras a la hora de sentarse a comer? Debemos enseñarles a nuestros hijos  las nociones de protocolo lo más antes posible, como parte de su aprendizaje natural.
Hay que tener en cuenta, que de nada vale "predicar" si no damos un buen ejemplo. Es decir, no podemos decirle al niño que no chupe el cuchillo, que no juegue con los cubiertos, que no haga bolitas de pan con la miga, etc. cuando nosotros estamos haciendo eso mismo. Se debe enseñar con el ejemplo, y no debemos permitirlos actuar de forma incorrecta en la mesa.
El buen ejemplo es uno de los mejores métodos de enseñanza. De hecho, de mayores, solemos ser un fiel reflejo de las costumbres de nuestra casa.
Enséñele a que las cosas se piden por favor, y dar las gracias por todo. Y también a tratar de Usted a todas las personas mayores.
 Los niños tienen que aprender a comer y los padres son los responsables de enseñárselo. Deben aprender la importancia que tiene la comida, y cuando estamos comiendo, no hacemos otra cosa. Por tanto, a la hora de comer, televisión apagada y juguetes en la habitación (no tiene que traer ningún juguete a la mesa). Los padres no deben llevar su teléfono o estar pendiente de él en la mesa, porque los niños van a copiar su modelo de referencia. Y además con qué autoridad va a decir un padre que el niño no tenga su juguete, si él tiene el suyo. Hay que darle a la comida toda la importancia que tiene, eliminando elementos de distracción y favoreciendo, si estamos en familia, la comunicación.

Antes de sentarse:

Fundamental antes de tomar asiento es la higiene. Es por eso que sus hijos deben tener en cuenta lavarse las manos y peinarse antes de sentarse a la mesa. Es sumamente importante que sus hijos tomen esta actividad como natural y salga de ellos mismos sin protestar, ya que podría causar la “lucha” entre padres e hijos.

Es aconsejable, también, que los niños se cambien de ropa en el caso que hayan salido a jugar a la calle o a hacer algún deporte. Si es que ellos mismos no pueden vestirse, deberán ayudarlos con tiempo para no llegar tarde al almuerzo. Además, es fundamental que ellos tengan en cuenta lo importante que es la puntualidad.

Antes de empezar a comer:

Debemos enseñarles a nuestros hijos que cada uno tiene un sitio asignado en la mesa y debe respetarse. Ya que, de otra manera, el almuerzo se convertirá en el “juego de las sillas”. Hay que explicarles por qué razón tienen ese sitio asignado, que es suyo, único y especial. 
Debemos acostumbrarlos a que permanezcan erguidos en la silla. No tan cerca ni tan lejos de la mesa. Asimismo no deben levantarse si es que no han terminado con sus alimentos.  Es fundamental que desde pequeños aprendan a esperar, así les cueste y estén deseando levantarse de la mesa para jugar. Trate que su hijo no balancee los pies para así evitar esas “pataditas” al invitado de al frente.

Los brazos deben estar colocados sobre la mesa, apoyando los antebrazos a ambos lados del plato. Evitemos hacer ruido con los cubiertos o vasos ya que generalmente, suelen ser una tentación para ellos, sobre todo cuando se reúnen más de un niño en una mesa.

Durante la comida:

Lo primero que deben hacer al sentarse a la mesa es colocar la servilleta sobre las rodillas, ya que usarla en el cuello no es de buena educación. Para eso, existen los baberos. 
Solamente a los niños muy pequeños, y que aún no están muy "habilidosos" con los cubiertos, se les pone la servilleta a modo de babero.Y hay que enseñarles que la servilleta no es una trapo para limpiar los cubiertos, la mesa, las copas, etc., sino que sirve para limpiarse los labios antes y después de beber, para limpiarse alguna pequeña mancha de la cara (de salsa, de puré, etc.).

Debemos enseñarles que es el brazo el que, con el cubierto, pone el alimento a la altura de la boca. Asimismo las manos no se esconden debajo de la mesa y la cabeza no se baja para comer.

Oriéntenlos a comer por sí solos lo más pronto posible,
a utilizar de forma correcta los cubiertos, como se sostienen, como se corta, como se pincha, etc.  Deben tener en cuenta el uso de cada cubierto y lo que no se puede hacer con ellos.Por ejemplo: La cuchara sirve para comer los alimentos liquidos, el tenedor para los alimentos solidos y el cuchillo para cortarlos, jamás para llevárselo a la boca. 

 No obstante, puede ser que en determinados casos tengamos que darles una pequeña "ayuda" ya que ellos solos no podrán cortar ese trozo de carne un poco dura, o no sabrán como empezar a comer un determinado plato. 

Si falta algo en la mesa, serán ellos los primeros en darse cuenta. Debemos acostumbrarlos a que siempre pidan por favor y den las gracias.
 
La mesa, es el "campo de prácticas" de nuestros hijos, por lo que debemos ser muy comprensivos con ellos, sobre todo en las primeras fases de su aprendizaje. 

Por ningún motivo, debemos reprenderle o llamarle la atención en sus primeros pasos. Y mucho menos reirnos de él o ponerle en ridículo delante de otras personas. Hay que ser comprensivos y hacerle ver, de manera razonada, sus errores.

 De igual manera, después de terminar de comer, enseñarle a recoger la mesa, a lavarse los dientes y a cambiarse de ropa si se ha manchado.

Ya en sus primeros pasos como una personita educada, debemos enseñarle que no se empieza a comer hasta que todas las personas de la mesa están servidas y no lo empieza a hacer alguno de nuestros mayores. Que no se come con la boca abierta, que no se habla con la boca llena o que no se chilla o vocea en la mesa.



martes, 23 de abril de 2013

Berrinches en los niños

Cómo actúo frente a los berrinches de mi niño?

 

Los berrinches son muy comunes en los niños, ya que están en toda la edad de querer que se haga lo que ellos dicen y quieren. Cuando son más pequeños y se empecinan en algo se les puede distraer con otra cosa y cambiar su foco de atención para que se tranquilicen, pero conforme van creciendo se van dando cuenta que existen límites en su comportamiento y como no les gusta se ponen a hacer berrinches
Berrinche




Siempre mantente firme en tus decisiones. Si  un día le dijiste a tu niño que NO haga algo y al día siguiente le das permiso para que lo haga estarías transmitiendo un doble mensaje-un típico caso que le suele pasar a muchos padres. Tu niño podrá pensar: si un día me dijeron que no y al día siguiente que si, mejor me porto mal para que siempre me dejen hacer lo que quiera.

Esto demuestra que existe una falta de disciplina o reglas establecidas, lo cual hace que tu niño o niña trate de llevar el control de estas situaciones. Ten en cuenta que una buena disciplina no es cuestión de gritarle, jalarle el pelo, pellizcarlo, humillarlo o golpearlo en público; sino más bien de hablarle con amor, paciencia y constancia para que entienda que cuando dices No es por una razón o circunstancia.

Si tu niño te hace un berrinche en tu casa o en la calle, recuerda lo siguiente:
  • No te enfurezcas, y así no perderás el control.
  • Debes actuar serenamente y decirle que si quiere pedirle algo no lo debe hacer gritando ni llorando.
  • Escucha su petición y analiza rápidamente si lo puedes complacer o no; por eso siempre debes darle una respuesta clara de por qué si  o no.

viernes, 5 de abril de 2013

Guia para los Asmaticos




                  Recomendaciones generales para asmáticos

 


- Inhalador para crisis: Siempre mantén un inhalador con medicina aliviadora, que te ayude a superar las crisis; sobre todo si acudes a sitios con alta cantidad de polvo o con presencia de elementos exacerbantes. 

- Limpieza: evita el uso de cloro, amoníaco, soluciones limpiadoras fuertes o con olores penetrantes y productos de limpieza en aerosol. El hogar debe ser aspirado semanalmente con una aspiradora con filtro. Los pisos del hogar deben ser limpiados con un pañito húmedo. Al limpiar, la persona con asma no debería encontrarse cerca. 

- Alfombras: En el hogar se recomienda la sustitución de alfombras por pisos de madera, piedra, cerámica, entre otros. 

- Ropa de cama: La ropa de cama debe ser cambiada y lavada  1 a 2 veces por semana. Cubra los colchones y almohadas que usa cada noche con cobertores a prueba de ácaros. 

- Aire puro: evite el moho y el polvo en sus espacios habituales (hogar, oficina, sitio de estudios). Evite también el uso de ventiladores. Existen Purificadores de aire, equipos de alta tecnología que a través de un sistema de filtros mejoran el aire que se respira en la habitación, eliminando signos de moho, polvo y demás partículas que puedan exacerbar los ataques. 

- Olores fuertes: evite productos de higiene y belleza con olores fuertes como perfumes, inciensos y desodorantes en aerosol.

- Mascotas: evite las mascotas, sobre todo aquellas con gran cantidad de pelo o plumas. De tocar una mascota, limpie bien sus manos.

- Peluches: evite tener peluches y de tenerlos, no los ubique cerca de la cama donde duerme. Lávelos con agua caliente cada dos semanas. 

- Cigarrillo: evite fumar y los sitios en los que se fume.

jueves, 4 de abril de 2013

COSTRA LACTEA ( Dermatitis seborreica del lactante)

    




Los parches de piel áspera y escamosa que cubren parte del cuero cabelludo de un recién nacido pueden ser alarmantes para un padre primerizo pero, por lo general, no son nada grave por lo que uno se deba preocupar. Lo más probable es que obedezcan a una afección inofensiva denominada costra láctea.

Sobre la costra láctea

La costra láctea es la expresión coloquial que se utiliza para referirse a la dermatitis seborreica del lactante, o seborrea, que también se conoce como caspa cuando afecta a niños mayores o adultos.
Es relativamente habitual en los recién nacidos y los niños de hasta tres años de edad y cursa con gruesas escamas de color blanco o amarillas que aparecen sobre el cuero cabelludo. Algunos niños solo presentan escamas en un área reducida, mientras que otros tienen todo el cuero cabelludo cubierto de escamas. A veces, la costra láctea puede llegar a aparecer en las cejas, las pestañas, las orejas, el pliegue de la nariz, la parte posterior del cuello, la zona del pañal o las axilas. En contadas ocasiones, como en los lactantes que tienen eczema o la piel seca, la costra láctea puede cursar con piel agrietada asociada a comezón y secreción de pequeñas cantidades de un líquido de color amarillo claro.
La costra láctea no es contagiosa ni un indicador de malos hábitos higiénicos. La mayoría de las veces desaparece por sí misma. De todos modos, en los casos más graves o persistentes, el pediatra puede recomendar utilizar champús o lociones formulados médicamente. Si usted lava la cabeza de su bebé diariamente con un champú suave también le puede deshacer y eliminar las escamas de la costra láctea.
Aunque puede dar la impresión de que la costra láctea resulta molesta e incómoda para el lactante, por lo general, no crea ninguna molestia.

Causas

Se desconoce cuál es la causa exacta de la costra láctea, aunque algunos investigadores consideran que puede estar provocada por una producción excesiva de la grasa propia de la piel (o sebo) por parte de las glándulas sebáceas y los folículos pilosos. Hay un tipo de levadura u hongo, denominado malassezia, que puede crecer en el sebo junto con las bacterias, lo que puede ser otro factor que contribuye al desarrollo de la costra láctea.
La seborrea suele darse por familias, lo que significa que las afecciones que la pueden generar se pueden trasmitir de la madre al bebé antes del nacimiento. Además, existen ciertos factores, como las temperaturas extremas, la piel grasa, el hecho de lavarse la piel infrecuentemente, las lociones que contienen alcohol, la obesidad y otras afecciones cutáneas, que pueden incrementar el riesgo de desarrollar costra láctea.

Síntomas

La costra láctea tiene un aspecto diferente en función de cada bebé. Puede aparecer concentrada, formando racimos o agrupaciones, o se puede desarrollar en partes alejadas del cuerpo. Las áreas afectadas presentarán uno o más de los siguientes síntomas:
  • placas gruesas o costras (sobre todo en el cuero cabelludo, pero también en las orejas, las cejas, las pestañas, la nariz, el cuello, la ingle o las axilas)
  • áreas de piel grasas o aceitosas, cubiertas de escamas blancas o amarillas
  • escamas de piel (caspa)
En contadas ocasiones, los bebés con costra láctea presentan una piel medianamente enrojecida y/o asociada a comezón, y algunos de ellos es posible que hasta presenten pérdida de pelo, a pesar de que este suele volver a crecer tras la remisión de la costra láctea.

Cómo curar la costra láctea

A pesar de que la mayoría de casos de costra láctea no requieren tratamiento, es posible que a usted le interese deshacer y eliminar las escamas del cuero cabelludo de su bebé. Generalmente esto se puede lograr masajeando con delicadeza su cuero cabelludo con los dedos o una toallita y lavándole el pelo diariamente con champú suave mientras presente escamas.
Una vez que desparezcan las escamas, puede pasar a lavarle el pelo al bebé dos veces a la semana para ayudar a controlar los síntomas. Cepille el pelo del bebé con un cepillo limpio y de cerdas suaves antes de enjuagar el champú para deshacerle las escamas.
Si las escamas no se desprenden con facilidad, considere la posibilidad de extenderle una pequeña cantidad de aceite mineral o vaselina sobre el cuello cabelludo. Deje que el aceite mineral o la vaselina empape las escamas durante unos pocos minutos y luego cepille y lave con champú el pelo de su hijo como de costumbre. Asegúrese de extraerle el aceite o la vaselina cada vez durante el aclarado, ya que un exceso de tales sustancias podría hacer que las escamas se acumularan, lo que empeoraría la costra láctea.
Si la costra láctea de su hijo no responde bien al champú que utiliza normalmente, pida información a su pediatra sobre champús formulados médicamente o contra la caspa. Estos champús, muchos de los cuales pueden adquirirse sin receta médica, contienen ingredientes como el ácido salicílico, el alquitrán de hulla, el zinc, el selenio y el ketoconazol (este último suele requerir receta médica) que pueden ayudar a tratar la sequedad de la piel y la formación de escamas.
Aplique un poco de champú sobre el cuero cabelludo de su hijo y permita que lo empape durante por lo menos dos minutos. Masajéeselo y luego enjuague el champú y repita el proceso una vez más. Es posible que necesite hacerlo una vez al día o dos veces a la semana al principio pero, en cuanto la costra láctea esté controlada, lo más probable es que solo tenga que utilizar champús formulados médicamente una vez al mes.
Si la seborrea afecta a otras partes del cuerpo o si su hijo tiene la piel irritada, las cremas que contienen hidrocortisona podrían servile. De todos modos, asegúrese de consultar al pediatra antes de aplicar al bebé este tipo de cremas.
La costra láctea puede desaparecer durante varios meses y reaparecer repentinamente más delante pero, si usted sigue las indicaciones que le acabamos de dar, debería poder controlarla.