Como preparar a su hijo para las visitas al médico
Cuando los niños saben que van a "ir al médico" o al pediatra, muchos
se preocupan y sienten aprensión ante la visita. Independientemente de
que vayan a ver a su pediatra de atención primaria o a un especialista y
de que se trate de una visita de rutina o de una visita por una
enfermedad , los niños tienden a tener miedo y algunos
hasta pueden sentirse culpables.
Algunos temores y sentimientos de culpa son fáciles que se pongan de
manifiesto y que los niños hablen abiertamente sobre ellos, pero hay
otros miedos que se guardan en secreto y sobre los que no se habla.
Usted puede ayudar a su hijo a expresar esos miedos y a superarlos.
Miedos y preocupaciones más habituales sobre las visitas médicas
Entre los elementos que suelen ocupar los primeros puestos en las
listas de miedos y preocupaciones que acompañan al hecho de ir al
pediatra, se incluyen los siguientes:
- La separación: A menudo los niños temen que sus padres los dejen solos en el consultorio y los esperen en otra sala de la consulta. El miedo a separarse de los padres durante una misteriosa exploración médica es muy frecuente en niños de menos de siete años y hasta 12 o 13 años.
- El dolor.: A un niño le puede preocupar el dolor asociado a ciertas partes de la exploración médica o a algún procedimiento médico. Los niños sienten una aprensión especial a que puedan necesitar que les pongan una inyección, sobre todo cuando tienen entre seis y 12 años.
- El pediatra: Algunos de los temores del niño pueden estar relacionados con la actitud y forma de proceder del pediatra. Un niño puede malinterpretar cualidades como la rapidez, la eficiencia y la actitud distanciada del profesional médico
- Lo desconocido: El miedo ante lo desconocido hace que a los niños también les preocupe la posibilidad de que sus problemas médicos sean mucho peores de lo que les explican sus padres. Algunos niños que padecen problemas sin importancia pueden temer que los tengan que operar u hospitalizar y otros temen poderse morir por el mero hecho de estar enfermos.
Además, los niños a menudo tienen sentimientos de culpa: creen que la
enfermedad o afección que padecen es un castigo por algo que han hecho
mal o que han dejado de hacer. Los niños que se sienten culpables
también pueden creer que las pruebas y procedimientos médicos forman
parte de ese castigo.
Cómo ayudar
Puede ayudar a su hijo estimulándolo a expresar sus miedos y
refiriéndose a ellos con un lenguaje que él entienda bien y que sea
difícil de malinterpretar. A continuación figuran algunas
recomendaciones prácticas para conseguirlo.
Explíquele la finalidad de la visita
Si la próxima visita de su hijo va a ser una revisión de rutina,
dígale: "se trata de un simple chequeo. El pediatra se limitará a
comprobar cómo estás creciendo y desarrollándote, al tiempo que te hace
preguntas y te revisa para estar seguro de que tu cuerpo está sano. Y tú
podrás hacerle todas las preguntas que quieras sobre tu cuerpo y tu
salud".
Si su hijo tiene que ir al pediatra para que le diagnostiquen y/o
traten una enfermedad u otra afección, explíquele, sin utilizar palabras
que podrían asustarlo que "el pediatra necesita revisarte para
averiguar cómo solucionar tu problema de salud y ayudarte a mejorarte".
Es una buena idea preparar al niño con cierto tiempo de anticipación
para que la visita médica no le tome desprevenido. Cuando explique a su
hijo la finalidad de la visita, el hecho de hablarle sobre el pediatra
en términos positivos también puede favorecer que se cree una buena
relación entre ambos.
Aborde cualquier sentimiento de culpa que pueda tener su hijo
Si su hijo tiene que ir al pediatra debido a una enfermedad u otra
afección médica, es posible que tenga sentimientos de culpa no
expresados al respecto. Háblele sobre la enfermedad o afección
utilizando un lenguaje neutro y asegúrele que no es por su culpa: "Esto
no es la consecuencia de algo que has hecho o que te has olvidado de
hacer. Hay muchos niños que padecen enfermedades similares a la tuya.
¡Tenemos mucha suerte de contar con médicos que pueden averiguar lo que
te ocurre y ayudarte a ponerte bien!"
Si usted, su cónyuge, otro familiar o algún amigo ha tenido (o tiene)
la misma afección que su hijo, comparta con éste último esa
información. El hecho de saber que usted y/o otras personas conocidas
han pasado por lo mismo que él le ayudará a atenuar los sentimientos de
culpa y los miedos que pueda tener.
Si su hijo padece una afección que genera rechazo o puede ser motivo
de burla por parte de otros niños (o incluso por parte de algunos
adultos), usted deberá multiplicar sus esfuerzos para atenuar sus
sentimientos de vergüenza y de culpa. El hecho de tener piojos, tener
que rascarse las partes íntimas a consecuencia de las lombrices
intestinales, mojar la cama u orinar de forma involuntaria durante el
día son ejemplos de afecciones que suelen ser malinterpretadas por los
demás.
Incluso aunque usted haya apoyado mucho a su hijo, deberá volver a
tranquilizarlo antes de llevarlo al pediatra diciéndole que su afección no es culpa suya y que la padecen muchos niños.
Por descontado, si su hijo ha sufrido una lesión por haber
desobedecido normas básicas de seguridad, es una buena idea señalar (con
la mayor naturalidad posible) la relación de causa-efecto existente
entre su comportamiento y la lesión. De todos modos, incluso en este
caso, deberá intentar aliviar su sentimiento de culpa. Puede decirle
algo similar a: "Probablemente no entendiste el peligro que implicaba
ese comportamiento, pero estoy seguro de que ahora lo entiendes y sé que
a partir de este momento no lo volverás a hacer".
Si su hijo desobedece repetidamente las normas y se hace daño a
menudo, hable con su pediatra. Un patrón de comportamiento tan
preocupante debería estudiarse en mayor profundidad.
En cualquier caso, asegúrese de explicarle a su hijo, sobre todo si todavía es muy pequeño, que ir al médico no
es ningún castigo. Asegúrese de que su hijo sepa que los adultos van al
médico igual que los niños y que la función de los médicos consiste en
ayudar a la gente a estar sana y a resolver sus problemas de salud.
Explique a su hijo lo que puede esperar durante una visita médica de rutina
Los niños aprenden mejor durante el juego, ya que éste es un momento
en que se sienten libre y cómodos para formular preguntas sobre los
miedos que tienen. Puede utilizar un muñeco o un peluche para enseñarle a
su hijo cómo lo pesará y le medirá la estatura el personal de
enfermería en la consulta o para mostrarle algunas partes de la
revisación médica.
Se le pueden ofrecer a su hijo oportunidades de juego experimental en
consultas médicas u hospitales simulados, sea en casa, en su clase del
colegio o en algunos museos para niños.
También es muy útil utilizar la representación de roles para enseñar a su hijo cómo el pediatra realizara el examen fisico:
- Utilizará un manguito para apretarle el brazo y medirle la tensión arterial
- Le mirará dentro de la boca (y deberá colocarle la lengua hacia
abajo utilizando un bastoncito especial durante unos segundos
para verle bien la garganta)
- Le dará golpecitos en las rodillas
- Le mirará dentro de los ojos y de las orejas
- Le auscultará el pecho y la espalda con un estetoscopio
- Le palpará, dará golpecitos o presionará la panza para sentir y/o escuchar sus órganos internos
- Le inspeccionará brevemente las "partes íntimas"para comprobar que esten sana
- Le observará los pie
Es importante que le explique a su hijo que lo que le han enseñado
sobre el carácter íntimo de su cuerpo sigue siendo verdad, pero que los
médicos, el personal de enfermería y los padres a veces deberán
examinarle todas las partes del cuerpo. De todos modos, insista en que
estas personas constituyen las únicas excepciones. Y asegúrele que usted estará a su lado en la sala de exploración durante toda la visita.
Implique a su hijo en el proceso
- En la recopilación de información para el pediatra. Si la situación no es una emergencia, deje que su hijo contribuya en la elaboración de la lista de síntomas que llevarán a la consulta con el pediatra. Incluyan todos los síntomas que hayan observado, por poco relacionados que parezcan estar con el motivo de consulta. Asimismo, antes de la visita, prepare un listado de las enfermedades y afecciones médicas que ha tenido su hijo, así como otro de las enfermedades y afecciones médicas de sus parientes más cercanos (padres, hermanos, abuelos y tíos).
- En el proceso de anotar todas las preguntas que tengan. Pida a su hijo que piense en las preguntas que le gustaría formular al pediatra. Anótelas y entrégueselas al pediatra. O, si su hijo es lo bastante mayor, sugiérale que las escriba y se las formule él directamente. Si el problema ya había ocurrido antes, anote los tratamientos que han funcionado y los que no han funcionado en ocasiones previas. El hecho de que usted adopte un papel activo en el cuidado de la salud de su hijo le ayudará a sentirse más tranquilo y, además, así podrá aprender de su ejemplo.
Durante la exploración física, el médico inspeccionará, golpeará
suavemente y palpará varias partes del cuerpo de su hijo. Algunos de
estos procedimientos pueden resultar incómodos (o incluso físicamente
molestos o dolorosos) para un niño. Una buena relación entre médico y
paciente puede atenuar de forma considerable estas sensaciones.
Si la enfermedad o afección médica de su hijo requiere consultar a un
especialista, pida al pediatra del niño que le recomiende un
profesional que esté bien preparado, tenga experiencia en el tema y sea
amable.
Al fin y al cabo, los adultos también buscamos estas características
en nuestros médicos, de modo que usted, en calidad de padre, debe actuar
como el defensor de su hijo, procurándole el tipo de asistencia médica
que usted desea recibir