La alimentación del niño de 2 a 6 años
Tu hijo ya come casi igual que nosotros,
solo debes darle raciones más pequeñas, adecuadas al tamaño de su
estómago. Además, es un buen momento para que empieces a inculcarle modales en la mesa y para que le enseñes cómo debe ser una dieta sana y variada.
Hay que estar atento para evitar que el niño adquiera conductas
alimenticias caprichosas y monótonas con preferencia por unos alimentos y
aversión a otros. Eso puede provocar una alimentación carencial en
sustancia nutritiva. Una dieta equilibrada, variada y completa aporta al niño lo que él necesita.
Los niños están en una fase de crecimiento y desarrollo que les impone
ingerir determinadas calorías por kilogramo de peso por día, a las que
debemos sumar las que necesiten si realiza algún deporte
a diario, para así evitar una bajada de peso por la pérdida de grasa
corporal y disminución de la masa magra que conduzca a estados de
malnutrición.
En cuanto a la distribución de los alimentos, los carbohidratos deberán
proporcionar un aporte energético del 55 al 60% del total de las
calorías ingeridas; la proporción de grasas se sitúa en el 30% del
total; y las necesidades de proteínas deben constituir del 12 al 15%. Se
debe respetar una proporción de, al menos, el 50% de proteínas animales
para asegurar un aporte suficiente de aminoácidos esenciales.
Los niños ya no necesitan comer tan a menudo y pueden consumir mayores
cantidades en cada comida. Además, ya son capaces de entender reglas,
con lo que puedes empezar a inculcarles modales y a enseñarles
nutrición.
Con mínimas excepciones, pueden comer más o menos las mismas cosas que
los adultos, por lo que no es necesario prepararles comidas especiales,
sino solo darles raciones de niño. Sin embargo, hay algunos aspectos que
deben diferir de la dieta de un adulto. Por ejemplo, aún no están bien
preparados para la dieta baja en grasa y alta en fibra recomendada para
nosotros. Su alimentación debe ir cambiando gradualmente de forma que
coman como un adulto en torno a los 5 años.
La leche que beban deberá seguir siendo, como mínimo, semidesnatada,
aunque mejor entera. La leche desnatada no es adecuada para niños, a
menos que sufran sobrepeso; aún necesitan una dieta llena de alimentos
energéticos que cubran todas sus exigencias de crecimiento y vida
activa. Y sea cual sea su peso, necesitan gran cantidad de vitaminas y
minerales para lograr un desarrollo saludable.
A esta edad siguen siendo vulnerables a la falta de hierro. El 3% de
los niños y el 8% de las niñas entre cuatro y seis años tiene anemia,
así que para prevenirlo, hace falta una ingesta adecuada de hierro junto
a una alta cantidad de vitamina C para mejorar su absorción.
La mayoría de los alimentos del menú diario de la familia deben venir
del grupo de los productos derivados de los granos (arroz, pan,
cereales), y de los grupos de las verduras y de las frutas. El menú
diario debe incluir porciones moderadas de comidas del grupo de la
leche, queso, yogur y del grupo de las carnes.
Sirve cantidades pequeñas de las comidas que son altas en grasas
saturadas (las grasas que se encuentran en comidas como la mantequilla,
quesos y helados) y en azúcares añadidos (como la bollería).
Aprendiendo modales en la mesa
A medida que los niños crecen dejan de necesitar ayuda con las comidas,
excepto tal vez para cortar cosas como la carne. Tu pequeño ya tiene
que comer solo con cuchara y tenedor; también puede usar un cuchillo
infantil, aunque estos cuchillos tienen la pega de que suelen cortar
peor.
En la mesa, y también en otros lugares, hay que enseñarles a
comportarse con una cierta educación y compostura. Por eso es una buena
idea que les enseñes desde pequeñitos, para que se acostumbren cuanto
antes y no adopten malos hábitos que después serán más difíciles de
modificar.
No le enseñes todas las normas a la vez o le volverás loco. Debes ir
poco a poco mostrándole cómo se come correctamente y corrigiendo lo que
haga mal. Pero no le hagas una lista enorme de reglas, le parecerá
imposible cumplirlas todas y se desanimará.
Una buena herramienta que ayuda al trabajo educativo es inventarse
algún juego para que comprenda mejor las reglas y le resulte más fácil
aprehenderlas. Por ejemplo, inventad un cuento o una canción que
contengan las normas que se deben seguir a la mesa. También podéis
practicar con sus juguetes, preparando un banquete imaginario con sus
peluches y sus muñecas.
Con frecuencia, los niños a esta edad quieren imitar a sus progenitores
y disfrutan ayudándolos en cosas pequeñas. Es el momento ideal para
involucrarlos en las tareas de la casa y que os ayuden a comprar,
cocinar, poner y quitar la mesa… Al ayudar lavando unas verduras o
incorporando los ingredientes de una pizza, pueden empezar a aprender
más sobre alimentación a la vez que adquieren cierto sentido de la
responsabilidad. Además, ya son capaces de aprender ciertos datos
básicos sobre nutrición; por ejemplo, que la leche tiene calcio y hace
que los huesos estén fuertes y crezcan más.
Lo importante es que se creen unos hábitos a la hora de la comida y que
tu hijo gradualmente vaya adquiriéndolos, sin agobios ni prisas puesto
que al fin y al cabo, es todavía un niño.
Problemas en la mesa
Los terribles dos años también pueden influir en la alimentación, pero
una vez superados, la mayoría de los niños se hacen menos resistentes al
cambio y están más dispuestos a probar comidas nuevas. Sin embargo, un
niño de cuatro años puede ser muy exagerado en relación con lo que le
gusta y lo que no. Así que podrías oírle decir cosas como “Me encantan
los huevos; los quiero todos los días”; “De verdad que odio los
guisantes; no me los puedo comer porque me dan arcadas”. Esto puede
sonar bastante definitivo pero, si no armas un alboroto y luego dejas
caer que los guisantes se parecen a un balón de fútbol, podrías hacerle
cambiar completamente de opinión.
A esta edad los niños tienden a amoldarse mejor con los que son
ligeramente mayores que ellos (amiguitos, hermanos), por lo que pueden
ser influidos por los hábitos y gustos de otros. Sin embargo, el
auténtico impacto de la presión social no se hace evidente hasta que es
un poco mayor. Al empezar a ir a fiestas de cumpleaños, ver la
televisión más tiempo… serán tentados por comidas envasadas, chucherías,
etc. Como resultado, empezarán a pedir comidas poco saludables, así que
tú deberás decidir qué cantidad de ellas estás dispuesto a darle y
ceñirte a ello (por ejemplo, una bolsa de patatas fritas pequeña los
domingos).
El tipo de problemas que pueden esperarse ahora son los del resto de
las etapas: incluido el rechazo por las verduras o el pescado. Aparte de
esto, puedes encontrarte con otros problemas a la hora de la comida:
a) Hace bolas con la carne
Muchos niños hacen con la carne una bola en la boca y no hay manera de
que la traguen, sobre todo cuando la hacemos a la plancha. Cuando tengas
ese problema, puedes hacer varias cosas:
- Picar la carne antes de cocinarla para romper el tejido y conseguir que no quede dura. Puedes hacerlo con un mortero.
- Servir la carne cortada muy menuda y acompañada con una salsa casera.
- Buscar alternativas a la plancha, como estofar la carne.
- Macerar la carne antes con una mezcla de aceite, zumo de limón y
hierbas durante unas doce horas. Así será más tierna aunque se haga a la
plancha.
b) Tiene hambre a todas horas
Hay niños que siempre quieren más. A veces está relacionado con la
etapa de crecimiento, que implica mayor gasto energético. Pero otras
veces puede responder a un malestar psicológico, y la búsqueda de
satisfacción en los alimentos puede degenerar en un trastorno del
comportamiento alimenticio con graves consecuencias.
Descartada la patología ansiosa y no habiendo problemas de sobrepeso y
obesidad, es comprensible que en determinados momentos del crecimiento
el niño requiera platos que lo sacien. Si eso ocurre, debemos procurarle
alimentos saludables, como:
- Alimentos con fibra que llenen más: ensaladas, verdura, cereales integrales, legumbres, fruta.
- Enseñarle a masticar despacio y/o darle alimentos que se tarden más
en masticar, como frutas frescas, verduras sin cortar, carne…
- Comer caliente. Los platos calientes ayudan a sentirse lleno, además
los caldos vegetales o desengrasados no aportan casi calorías y se
pueden dar libremente.
- Hacer las cinco comidas diarias. Cuando el niño se salta una, llega a
la siguiente desfallecido, come con más ansiedad y probablemente
ingiera más de lo que necesita.
c) Problemas con ciertos grupos de alimentos
El rechazo a determinados alimentos es un problema común en la
infancia, que sucede principalmente con pescado, las verduras o las
legumbres. Para conseguir que coma de todo, debes poner en práctica los
siguientes trucos:
- Desde que son pequeños es necesario poner en la mesa y ofrecer a los
niños diferentes tipos de alimentos y mostrarles cómo sus padres también
los comen y disfrutan con ellos.
- No pierdas nunca la paciencia y persevera. Según varios estudios
realizados, las preferencias alimenticias de los niños están fuertemente
influenciadas por las veces que los padres sacan la comida a la mesa y
por su perseverancia en volver a enseñar la comida que los niños
rechazan. Si los niños ven de nuevo la comida y los nuevos platos
llegará un momento en que terminarán probándolos.
- Un truco para motivarles consiste en que cuando haya verdura para
comer al probarla digas: “¡Um, qué rico está!”, o “¡Estaba deseando
comer espinacas!”. Los niños te querrán imitar y seguro que te
sorprenden algún día diciendo lo mismo que tú.
- Fomentar la elección. Para cenar puedes preguntarle qué dos opciones
prefiere de verdura. Con ello consigues que el niño sienta que su
opinión cuenta. Eso sí, la opción de “ninguna” no es válida.
- Poner la imaginación a trabajar. Si presentas el plato de una forma
divertida puedes animarle a comer ese bosque que has podido hacer con
brócoli, o una cara utilizando varias verduras. Usa muchos colores para
que resulten atractivos.
- Añade los alimentos que no le gusten a otros que sí: hamburguesas de atún, pizzas de verduras, lasaña de verdura, etc.
- Usa diferentes salsas para enmascarar el sabor: bechamel, tomate, salsa rosa…
Características generales de la dieta...
- Haz que la dieta de tu hijo sea equilibrada y variada en platos, sabores, texturas y consistencia e incluso colores, para acostumbrar a su paladar a comer de todo. El olor, el color, el sabor, la forma y la textura van a influir y a determinar en parte sus gustos personales.
- Si le vas a dar a probar un alimento nuevo, inténtalo al principio de cada comida, cuando el niño / niña tiene más apetito; e insiste varias veces, cocinando el alimento de distinta forma, hasta que el niño / niña descubra el nuevo sabor, se aficione y se acostumbre a él.
- Si empleas los alimentos como premio o castigo podéis hacer que vuestro niño / niña sea un caprichoso y tenga manías a la hora de comer los alimentos más nutritivos. Es necesario que dediquéis el tiempo necesario para que el niño / niña aprenda a comer disfrutando de lo que come.
- A medida que van creciendo, los niños / niñas van marcando sus preferencias sobre los alimentos y deberéis orientarlas adecuadamente, pues suelen presionar para comer sólo aquello que les gusta.
- Evita que coma a menudo golosinas, patatas fritas de bolsa, bollería, refrescos y similares, que no le nutren y le quitan apetito para que coma lo que tiene que comer a sus horas.
- Convierte el desayuno en una de las comidas más importantes del día. Para ello el desayuno debe incluir al menos un lácteo, cereales (galletas, cereales, pan, bollería y fruta o zumo.
- Ofréceles almuerzos y meriendas, mejor a base de bocadillos preparados en casa, frutas y lácteos, sin abusar de embutidos, patés y quesos grasos.
- Sabes si su comida es equilibrada? -Compruébalo!
- Primer plato: Arroz, legumbres, pasta, ensaladas o verduras y patata; alimentos energéticos ricos en hidratos de carbono. Si combinas legumbres y cereales en el mismo plato, lo conviertes en un segundo plato muy nutritivo, que puede sustituir perfectamente alguna de las raciones semanales de carne, pescado o huevo.
- Segundo plato: Carnes, pescados y derivados o huevos. Una cantidad moderada de estos alimentos aporta parte de proteína, hierro y otros nutrientes, que el niño / niña necesita. Acompáñalos siempre de guarnición vegetal; ensalada, verduras, legumbres o patatas (-y no siempre fritas!).
- Postres: -qué mejor que fruta fresca o un lácteo sencillo como el yogur?
- La cena puede ser igual para toda la familia, equilibrar la dieta teniendo en cuenta los alimentos que has tomado en el resto del día. Procura que la cena sea más ligera y sencilla que la comida; ensaladas, verduras, purés, cremas o sopas y como complemento pescados, carnes o huevos, según lo que se haya comido al mediodía. -Ayuda a dormir mejor y a descansar más!
- Conoces los menús del colegio? Es la única manera de que podáis completar la dieta con el resto de comidas que se hacen en casa.
La hora de la comida sin estrés
Qué hacer
1- Dar ejemplo
2- Mantener un equilibrio saludable
3- Educar a tu hijo sobre alimentación y nutrición
4- Comer juntos
5- Relajarte y confiar en tu hijo
Qué evitar
1- Obligar a un niño a comer
2- Etiquetar a tu hijo (“comedor melindroso”, “mi gordo”, etc.)
3- Ser demasiado rígido con el niño o contigo
4- Dar comida como recompensa o como consuelo
5- Permitir un exceso de televisión
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